¿Por qué el origen de la Gran Mancha Roja de Júpiter sigue siendo un enigma?
Habría que alcanzar lo más profundo de la atmósfera de Júpiter para conocer el origen de las estructuras filamentosas que se arremolinan bajo la gran tormenta del gigante gaseoso
En un foro de Internet, alguien que está escribiendo una novela que se desarrolla en el año 2080, pregunta si pone la Gran Mancha Roja que luce el planeta Júpiter o si, por el contrario, la da por desaparecida. La pregunta no es baladí, pues la Gran Mancha Roja de Júpiter está reduciendo su tamaño y adquiriendo un tono anaranjado.
Para quien no lo sepa, la Gran Mancha Roja es un remolino gigante —más grande que la Tierra— donde los vientos alcanzan los 450 km por hora. Se trata de un vórtice desmedido, el más grande de todos los existentes en los planetas del sistema solar, siendo su origen un misterio que simboliza el empeño de la ciencia por conquistar la lejanía.
El vórtice se divide en dos partes. Por un lado, encontramos un anillo exterior que continúa ganando velocidad. Por otro tenemos un anillo interior cuyos vientos se mueven cada vez con más lentitud. Esta tensión de velocidades podría tener relación con el tamaño de la citada mancha que, con el tiempo, no sólo ha ido reduciendo su tamaño, sino haciéndose más circular.
Según algunas fuentes, la Gran Mancha Roja fue observada la primera vez por el científico inglés Robert Hooke en mayo de 1664, aunque es un dato poco preciso; no se ha podido comprobar que fuese ese mismo punto y no otro situado más hacia el norte del planeta. El artista italiano Donato Creti la pintó en 1711, pero situó la mancha en el hemisferio norte.
Hasta hace poco menos de un siglo se conjeturó acerca de su composición, pensando que era un cuerpo que flotaba en la atmósfera de Júpiter como una pompa movediza de helio o de hidrógeno. También se pensó que era la parte superior de una columna de gases que salía de un cráter, lo que enlazaba con las teorías de finales del siglo XIX, cuando los científicos de entonces propusieron que se trataba de un lago de lava cuyo origen se encontraba en un volcán siempre en activo. En 1979, la sonda espacial Voyager despejó algunas dudas, revelando la Gran Mancha Roja como un sistema de flujo en movimiento. Los expertos en mecánica de fluidos se encontraron ante una tormenta activa de 16.000 kilómetros de diámetro que no amainaba. Habría que alcanzar lo más profundo de la atmósfera de Júpiter para conocer el origen de las estructuras filamentosas que se arremolinaban sobre aquel fondo oceánico de caos.
Desde que la sonda espacial Voyager de la Nasa visitó Júpiter, la Gran Mancha Roja se ha ido reduciendo. Por entonces se podría calibrar su tamaño aproximadamente al de 1,8 Tierras. Hoy está en torno a las 1,3 Tierras. Por lo tanto, a partir de estos datos, se puede resolver la cuestión a la que hacíamos alusión al principio de esta pieza. La Mancha de Júpiter seguiría existiendo en el año 2080, pero ya no sería tan grande como la Tierra.
Con todo, como la pregunta tiene relación con una novela de ciencia ficción, es posible imaginarnos cómo la Gran Mancha Roja va reduciéndose hasta convertirse en un punto apenas visible que se eleva y traspasa la atmósfera de Júpiter, y avanza hacia la Tierra a medida que va ganando tamaño, amenazando con envolver nuestro planeta en un torbellino eterno de fluidos caóticos.
El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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