Paula Badosa y los extremos emocionales
No sé si es la grandeza del deporte, pero sí su realidad. Tan pronto pasamos todos de la euforia y la confianza a la desesperación y la frustración
Con la eliminación de Paula Badosa en el cuadro individual femenino y la de Marcel Granollers en el de dobles, la andadura del tenis español en el US Open 2024 ha tocado a su fin. El catalán, que junto a su compañero argentino Horacio Zeballos forman la mejor pareja del mundo, vieron cómo en esta ocasión los australianos Purcell y Thompson les impedían progresar en su camino hacia la obtención de su primer título de Grand Slam. Por su parte, Paula, que desde la eliminación de Carlos Alcaraz se había convertido en nuestra gran baza, fue superada por la estadounidense Emma Navarro y apeada así del sueño de alcanzar por primera vez la semifinal en un gran torneo.
Pude seguir su rueda de prensa posterior al encuentro y escuchar y ver lo decepcionada que estaba con su juego y con su gestión emocional. La española explicó que uno de sus problemas recurrentes es el de situarse por encima de sus expectativas, pensar en el más allá y no estar en el presente. Aseguró que esto le hace mucho daño y añadió literalmente: “Es algo que sinceramente trabajo a diario con mi psicólogo, el estar en el presente. Pero siempre me ha costado mucho porque no es mi esencia”.
Justo después de oír estas declaraciones tuve la curiosidad de buscar la rueda de prensa que había dado al finalizar su encuentro anterior, el que le dio acceso a los cuartos de final. En ella me encontré con una jugadora satisfecha y, según sus propias palabras, orgullosa de sí misma y de lo que estaba consiguiendo. Estaba ilusionada en volver a situarse entre las mejores del mundo y determinada en conseguirlo.
Esta, no sé si es la grandeza del deporte, pero sí su realidad. Tan pronto pasamos de la euforia y la confianza a la desesperación y la frustración. En muchas ocasiones, la percepción de la realidad, si no estamos vigilantes y serenos nos cambia por unos centímetros, los que distan de meter una bola dentro o fuera de la pista. Demasiadas veces, nos dejamos llevar por la emoción en vez de por la reflexión y la prudencia.
Hace unas semanas, justo antes del inicio de la Liga, el Barcelona perdió claramente contra el Mónaco después de un flojo encuentro en el Gamper. Todas las alarmas se encendieron con pasmosa rapidez y los recelos sobre la calidad de los jóvenes jugadores azulgrana y de su entrenador hicieron rápida aparición. Pocas semanas después, con cuatro partidos ganados, esos mismos jugadores son una garantía de éxito y su entrenador, Hansi Flick, el coach ideal.
A mí, por supuesto, también me pasó en muchas ocasiones. Si Rafael tomaba una decisión táctica arriesgada, yo, desde mi posición de privilegio, el box, le espetaba: “Rafael, ¡qué haces!”. Si, por el contrario, en otro encuentro o, incluso unos minutos más tarde en el mismo partido, él lograba meter la pelota dentro en una situación similar, satisfecho le aplaudía su buen tino y su valentía.
Tal vez, si Paula hubiera ganado el partido que la expulsó del torneo (un hecho más que probable) al mismo hecho de crearse expectativas y de ir más allá, le habríamos dado una interpretación muy diferente y, con toda probabilidad, ella misma habría tenido una visión positiva y diametralmente opuesta: la virtud de no conformarse con el presente ni con lo conseguido. Particularmente, creo que la tenista española ha hecho un gran torneo y que su acceso a la élite está nuevamente muy cercano. Es más, creo que si ella consigue valorarlo con perspectiva y serenidad, será capaz de percibir su buena senda tan bien como lo hago yo.
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