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La ciencia analiza 150 años de literatura: la ficción ha reforzado el estereotipo de la mujer pasiva

Un estudio a gran escala revela patrones persistentes de desigualdad de género e infrarrepresentación femenina en la narrativa de más de 87.000 novelas y cuentos publicados en EE UU

A book stand prepares to open during the 2024 Book Fair in Madrid.
Una caseta se prepara la apertura durante la Feria del Libro 2024 en Madrid.Claudio Alvarez
Verónica M. Garrido

Las mujeres pasivas, dependientes y sumisas existen. En la ficción. La creencia de que muchos de los estereotipos asociados a la feminidad provienen de las manifestaciones artísticas y culturales siempre ha existido, pero ahora la ciencia lo corrobora. El investigador Oscar Stuhler ha puesto a examen con programas computacionales más de 87.000 cuentos y novelas de ficción publicadas en el último siglo y medio, analizando las interacciones entre los personajes. El resultado, publicado en la revista PNAS, dibuja un patrón incontestable: las mujeres han sido repetidamente retratadas como más pasivas, en especial cuando fueron escritas por autores masculinos.

¿Cómo se calcula algo aparentemente subjetivo como la pasividad, en una base de datos tan extensa? Stuhler, sociólogo de la Universidad de Northwestern (Illinois, Estados Unidos) extrajo y examinó las redes de interacciones entre los personajes para medir la denominada agencia. Un personaje tiene agencia cuando realiza una acción sobre el otro, y la recibe cuando actúa como un receptor influenciado. Bajo este criterio, las mujeres en las obras de ficción no solo son más pasivas en general, sino que lo son en mayor medida cuando interactúan con hombres, según los resultados del autor. Se le llama “brecha de agencia de género”.

Pasa lo mismo en el cine, explica el autor, donde gran parte de las historias de las películas son contadas a través de una mirada masculina y suelen ser ellos los que actúan sobre ellas. En la ficción los hombres lo son todo: héroes, villanos y ayudantes. “Es interesante, pero no del todo sorprendente, especialmente si tomamos la noción de que el género es una construcción social que debe ser representada y actuada”, apunta. En otras palabras, explica el sociólogo, el género en sí se basa en ciertas prácticas que están culturalmente codificadas como masculinas o femeninas.

La literatura refleja lo que ocurre en un mundo que está en constante cambio. Así lo demuestra este estudio, que ha observado también el protagonismo femenino en las obras a lo largo del tiempo, comparándolo con el momento histórico en el que fueron descritas. Durante gran parte del siglo XX las mujeres retratadas en la ficción no tenían mucha capacidad de acción y control sobre sus vidas, coincidiendo con una época en la que los roles en el trabajo y la sociedad estaban muy definidos e inclinados hacia los hombres, especialmente en los años 1950 y 1960 en Estados Unidos. Pero la tendencia cambia en las dos siguientes décadas, cuando estalla el feminismo y las mujeres comienzan a tener más poder. En parte, sopesa el autor de la investigación, esto se debe a que empezaron a surgir más autoras mujeres que escribían en sus páginas personajes femeninos más fuertes. Así, la agencia evoluciona junto con las normas de género, que se han vuelto menos estrictas con el tiempo, a la vez que se han reducido los estereotipos.

Hombre besa a mujer

Los programas han medido la agencia basándose en las interacciones cruzadas entre los personajes, clasificándolas por el género de quien ejercía la acción y utilizando la fórmula hombre → mujer, y viceversa. Aquí algunos resultados:

Para el estudio utilizó la base de datos NoverTM, un compilado de 87.531 obras de ficción escritas por 40.000 autores entre 1850 y 2010 en las bibliotecas universitarias de Estados Unidos. Se trata de la colección más grande y completa de escritura de ficción en inglés que existe, por lo que refleja la preferencia en consumo de libros de un público “bien educado y letrado”, explica el autor.

Desafíos de un análisis literario a gran escala

Stuhler ubica su trabajo en la intersección de las humanidades y la ciencia de datos, por lo que reconoce que puede ser difícil comunicar sus resultados de una manera que satisfaga a ambas comunidades. Quienes llevan a cabo análisis literarios clásicos generalmente observan muy de cerca obras o autores individuales y “pueden considerar el estudio reduccionista”, supone el sociólogo. Los análisis a gran escala eliminan detalles, por lo que pueden no hacer justicia a cada obra individual. Pero se concilia con estas barreras: “a cambio, obtenemos la capacidad de descubrir patrones y tendencias culturales amplias”, afirma este investigador.

Una consideración más que destaca el autor es que las obras estudiadas son en inglés, pero Stuhler cree que sería muy interesante hacer un análisis comparativo. “¿Cómo se relacionan el género y la agencia en, digamos, la literatura española, y cómo difiere esto de la literatura estadounidense o alemana?”, se pregunta. Teresa Iribarren, profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya, coincide en que valdría la pena hacer un análisis en otros idiomas, pero adelanta que al aplicarlo por ejemplo en castellano o catalán se pueden esperar resultados similares, pues las tendencias de infrarrepresentación se han propagado mundialmente a lo largo de la historia y permanecen incluso hoy en día.

El autor reflexiona que su estudio no solo abre la puerta a futuras investigaciones, sino que también invita a reflexionar sobre cómo adaptar las metodologías para explorar la representación de género en diversas lenguas y culturas literarias. Aunque se ha logrado un avance notable en la reducción de la brecha de género, persisten grandes desafíos en la representación equitativa y la búsqueda de igualdad en la literatura de ficción sigue siendo una tarea en evolución que requiere tanto un análisis continuo como un compromiso renovado.

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Sobre la firma

Verónica M. Garrido
Periodista de la sección de Ciencia, Salud y Tecnología. Graduada en Comunicación Social por la UAM-Xochimilco y Máster de Periodismo UAM-El País. Escribe ocasionalmente sobre deportes y en los tiempos libres disfruta haciendo fotografías.
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