España propone oficialmente a Teresa Ribera como candidata a comisaria europea
El nombre de la actual vicepresidenta tercera suena con fuerza para las áreas de Medio Ambiente y Energía
El Gobierno español ha oficializado este miércoles ante Bruselas la candidatura de la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, como comisaria en el nuevo Ejecutivo de Ursula von der Leyen. La propia Ribera que, como el resto de candidatos de los Estados miembros, deberá ser ratificada por el Parlamento Europeo para iniciar su nueva andadura europea, ha confirmado su nominación, que ha calificado de un “gran honor”.
La todavía ministra, que aspira a una cartera de peso en el próximo Ejecutivo europeo, ha subrayado en un mensaje el momento clave que afronta Europa en vísperas de un nuevo quinquenio de la UE.
“Es un momento importante para Europa, donde debemos trabajar juntos para hacer realidad el sueño europeo”, ha recalcado Ribera, que habla inglés y francés y cuyo nombre suena con fuerza para las áreas de Medio Ambiente y Energía. Unos sectores que, como reconocen diversas fuentes europeas, domina ampliamente y en los que ha logrado hacer oír la voz de España en Bruselas, en unos años en los que la guerra rusa en Ucrania ha provocado la peor crisis energética de la historia reciente de una Europa cada vez más marcada también por los estragos del cambio climático.
El nuevo colegio de comisarios “deberá afrontar los grandes desafíos del momento, en línea con lo que la presidenta de la Comisión presentó en el Parlamento Europeo a finales de julio, haciendo realidad un continente de progreso, prosperidad y bienestar para todos los ciudadanos”, ha agregado Ribera en un breve vídeo. La que fuera cabeza de lista del PSOE en las pasadas elecciones europeas, aunque no recogió el acta, era la gran favorita para la candidatura española.
Con Ribera, España es uno de los siete países que contribuirá con su nominación al objetivo de paridad en la Comisión deseado por Von der Leyen, pero que la mayoría de los Estados miembros han ignorado. De hecho, prácticamente a la vez que se oficializaba su nombre, Dinamarca anunciaba que su candidato será un hombre. Con él son ya 17 nombres masculinos frente a seis femeninos (además de la presidenta de la Comisión), borrando así cualquier intento de paridad. El proceso no está aún cerrado del todo: todavía faltan por anunciar sus candidatos (o candidatas) Italia, Bélgica y Bulgaria.
Plazos
Oficialmente, el plazo acaba este viernes, aunque Von der Leyen podría alargarlo un poco (Bélgica ni siquiera ha nombrado aún un nuevo Gobierno federal y no se sabe si podrá fijar un candidato antes de tener nuevo gabinete). Algo que podría darle cierto margen para que algún país se replantee cambiar el nombre de su candidato por el de una candidata, aunque se considera poco probable y el gesto además apenas corregiría el fuerte desequilibrio de género del nuevo equipo.
Eso, no obstante, podría ser una ventaja para Ribera y España, ya que, más allá de ser la cuarta economía europea, Von der Leyen previsiblemente premiará con carteras importantes —o incluso una vicepresidencia ejecutiva— a los países que sí han escuchado su llamamiento a proponer candidatas femeninas.
Peso pesado
Ribera es un peso pesado, tanto en Madrid —aterrizó en 2018 en la primera línea del Gobierno como técnica y va a salir del mismo en 2024, ya como política consagrada—, como en Bruselas. Respetada incluso por sus críticos, reconocen su imagen de ambientalista implacable y defensora sin fisuras de las renovables. Algo que, sin embargo, ha ampliado también el número de críticos en otros ejecutivos europeos. Sobre todo, en los que abogan por la energía nuclear.
Su perímetro de poder no ha dejado de crecer en estos seis años en los que ha formado parte del núcleo duro del Gobierno de Pedro Sánchez. Debutó al frente de una cartera recién creada: Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Se quedó, además de con las competencias en medio ambiente, con las energéticas; agricultura se independizó, aunque sin llevarse las políticas de aguas. Después daría el salto a la vicepresidencia: primero a la cuarta, después a la tercera. Y acabaría siendo, además, número dos en la lista socialista por Madrid para las elecciones generales del 23-J y número uno para las europeas de la pasada primavera.
Con fama de trabajadora dura, muy exigente con sus equipos —fueron varias las noches de trabajo en su ministerio, en las semanas más crudas de la crisis energética—, Ribera es una de las únicas cuatro personas de aquel primer gabinete de Sánchez que aún siguen en el Ejecutivo. No por mucho tiempo: su aterrizaje en Bruselas está al caer, dejando un hueco muy difícil de cubrir en la sala de máquinas del Gobierno español.
Una crisis de caballo, como la energética de hace un par de años, es —casi a partes iguales— un riesgo y una oportunidad para un político. La sacudida sin precedentes en el precio de la electricidad la llevó a buscar soluciones heterodoxas: en la memoria queda ya la excepción ibérica o el tope comunitario al precio del gas. También otras que no salieron adelante, como el fin del sistema marginal de fijación de precios. Pasó, en un abrir y cerrar de ojos, a primera línea de fuego. Supo aprovecharlo, y ese ha sido su trampolín hacia Bruselas. Pronto se sabrá en qué cartera. También si llega, o no, con rango de vicepresidenta.
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