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El vacío de tropas occidentales en el Sahel inquieta a España

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pide a la OTAN un “mayor compromiso” con el flanco Sur

Rebeldes Mali
Fotografía del Ejército francés distribuida por AP en la que se muestran a mercenarios rusos subiendo a un helicóptero en el norte de Malí.Armada Francesa (AP/ LaPresse)
Belén Domínguez Cebrián

La cumbre de la OTAN que ha acogido Washington (EE UU) este mes, cuando la institución celebra este año los 75 años desde su fundación en la misma ciudad, ha sido una demostración clara de unidad ante Rusia a cuenta de la invasión de Ucrania por parte del presidente ruso, Vladímir Putin. Decenas de miles de millones en ayuda militar, sistemas de defensa antiaéreos, declaraciones políticas... Grandes gestos para lanzar el mensaje a Moscú de que la Alianza se blinda en el Este. Pero España, a través del presidente Pedro Sánchez y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha intentado girar la mirada de los aliados hacia otro punto caliente del planeta que España siente como amenaza: el flanco Sur. Existe la necesidad de un “mayor compromiso de la OTAN y de los aliados” respecto a esta zona de África, dijo Sánchez, especialmente en el Sahel.

El pasado 18 de mayo fue el día en el que el último soldado español abandonó Malí después de 11 años de misión de la Unión Europea (EUTM). Este repliegue —que lideraba España— se suma al del Ejército francés, en agosto de 2022, y al del alemán y estadounidense en Níger, este último previsto para antes del 15 de septiembre. Francia abandonó también Burkina Faso el año pasado. Y este vacío que dejan las fuerzas de países aliados abre una puerta para que otras potencias pongan un pie en este territorio inestable, que está a las puertas de la UE, pero también de la OTAN. “Si nos vamos de África, esa zona la va a utilizar Rusia”, alertaba hace días la ministra de Defensa, Margarita Robles. Y España, por su cercanía, es especialmente vulnerable.

Robles, de hecho, lleva meses alertando de esta situación. En diversos foros, públicos y privados, miembros del Gobierno hablan abiertamente de que no se puede abandonar el Sahel porque, en definitiva, si Occidente sale, Rusia entra. “Europa se ha ido del Sahel y la alternativa es Rusia”, se lamentaba Robles hace días ante una decena de embajadoras en Madrid. “Se está usando este relato [de la amenaza rusa] para justificar el interés en el flanco Sur”, opina Luis Simón, experto en la OTAN y director de la oficina en Bruselas del Real Instituto Elcano, porque se puede interpretar la presencia rusa allí como un “subteatro” de lo que ocurre en Ucrania. Aun así, la OTAN, aunque no sea su máxima prioridad ahora mismo ―tan solo nombró el Sur sin pronunciar la palabra Sahel en el punto 32 de los 38 que tenía la declaración conjunta―, aprobó en esta última cumbre de Washington el primer plan de acción que, entre otras iniciativas, contempla la creación de un enviado especial de la Alianza que vigilará esta zona desde Bruselas, una figura que España e Italia aspiran ocupar. “Hemos adoptado un plan de acción para un enfoque más sólido, más estratégico y orientado a resultados hacia nuestra vecindad del sur, que se actualizará periódicamente”, se lee en la declaración.

El vacío que dejan las tropas occidentales en el Sahel se debe a dos factores, explica Simón. El primero es la necesidad de los aliados de priorizar el Este debido a la amenaza de Rusia, lo cual deja sin recursos otras zonas del planeta. Y segundo, por la “fatiga intervencionista” de Occidente. Es decir, décadas de intervención militar, de inversión de recursos que han llevado a una gran frustración por la falta de resultados. Lo mismo ocurrió en Afganistán en verano de 2022 tras más de 20 años de presencia de tropas occidentales, ilustra el analista. Rusia, pues, se aprovecha del vacío con los llamados coloquialmente “paquetes de supervivencia de regímenes”, en referencia a las ayudas que ofrece Moscú para el asesoramiento, entrenamiento, oferta de armamento y de inteligencia “para ayudar a regímenes autoritarios a mantener su control”, explica Simón.

“La inestabilidad, los efectos del cambio climático, el auge de dictaduras en detrimento de democracias en una parte muy importante para España como es el Sahel está haciendo que la presencia rusa sea cada vez mayor”, aseguró Sánchez, quien lo relacionó con las organizaciones criminales que están detrás, por ejemplo, de los “flujos migratorios irregulares”. Es precisamente le “inmigración irregular descontrolada”, además del tráfico de drogas y de armas hacia Europa, lo que en el fondo preocupa al Gobierno, cree Simón. La misión de España en Mali, con el general Santiago Fernández Ortiz-Repiso al mando, concluyó en mayo de manera “satisfactoria”. Unos 8.300 militares españoles contribuyeron a la formación de 20.000 soldados malienses a lo largo de los últimos 11 años para intentar contribuir a cierta estabilidad regional.

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Precisamente, el Sahel sufre ahora de retos demográficos, económicos y políticos que se ven agravados por el impacto del cambio climático, la fragilidad de las instituciones y la inseguridad alimentaria, expone el comandante de infantería y autor del informe El flanco sur de la OTAN: una nueva aproximación estratégica, editado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), Juan Carlos Andrés Herrero. Todo ello hace que la zona sea un caldo de cultivo de grupos terroristas y delincuentes que puedan ser utilizados “por otros competidores estratégicos” como Rusia y, en parte, China. “Los golpes de Estado y la consiguiente falta de democracia permiten a Rusia aumentar su influencia en la región mediante acuerdos diplomáticos, económicos y militares”, apunta el comandante.

Relación bilateral

Mientras tanto, España lleva ya un tiempo estudiando la posibilidad de mantener de alguna forma relaciones bilaterales con ciertos países clave, como Mali o Mauritania, tal y como han hecho otros socios europeos. Ortiz-Repiso destacó en una llamada de puesta al día con la ministra Robles la buena relación con Mali, lo que está bien para “futuras relaciones”. De hecho la OTAN “respeta” esa fórmula, dice Simón. “La OTAN no es la primera parada de la estrategia en el Sur [...] La OTAN puede contribuir en el marco de la cooperación militar o de defensa en la medida de lo posible”, continúa. Y los países como España, Italia, Francia y, en menor medida, Portugal, están planteándose una estrategia individual con países que consideran estratégicos. Y Mali es un país, dice Robles, que “quiere progresar” y en el que se necesita de la presencia comunitaria. “Debemos continuar a su lado [de las fuerzas malienses] preguntándoles qué necesitan y tratando de cooperar y apoyar en lo posible en el futuro”, añadió Ortiz-Repiso.

El comandante autor del estudio del IEEE concluye que “desatender un flanco tan relevante para el conjunto de la Alianza, y tan crítico para algunos socios, puede llegar a tener consecuencias negativas a medio y largo plazo”. En esa línea ya se posicionó el noruego Jens Stoltemberg, secretario general saliente de la OTAN ―ahora inicia su mandato el holandés Mark Rutte―, cuando dijo que “si los vecinos de la OTAN son más estables, la OTAN es más segura”.

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