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Blanca Madurga, uróloga: “Los chicos de las nuevas generaciones tienen, de media, el pene más grande”

La especialista valenciana publica un libro en el que contrasta los mitos sobre el pene con la literatura científica

Blanca Madurga
La doctora Blanca Madurga.Javier Ocaña
Enrique Alpañés

Desde las pinturas rupestres hasta los grafittis de todas las ciudades del mundo. Desde el David de Miguel Ángel al cuaderno de cualquier adolescente. El pene es probablemente el órgano humano más representado a lo largo de la historia. Más que un apéndice, se ha convertido en un icono. El único órgano que se le acerca es el corazón, cuyo dibujo esquemático es la representación del amor y el afecto. Quizá, reflexiona la uróloga Blanca Madurga Patuel (Valencia, 65 años), sea porque este órgano también es un símbolo. Es la seña de identidad del varón, del macho, de lo viril. No solo sucede en el mundo del arte. Muchas expresiones hacen referencia al órgano sexual masculino. Muchas conversaciones giran en torno a él. Los hombres hablan mucho de su pene, pero no tanto en un contexto médico. Mientras que las mujeres van al ginecólogo de forma regular desde los 20 años y tienen cierta información médica respecto a sus genitales, ellos crecen sin ese referente clínico. Los hombres no van al andrólogo hasta que tienen un problema o al urólogo hasta que pasan los 50. La falta de conocimientos médicos se suple rápidamente en internet, donde la información sesgada o falsa enmaraña aún más una conversación difícil, llena de mitos, tabús y desconocimiento.

Bien lo sabe Madurga, que lleva 30 años pasando consulta. Esta uróloga trabaja como titular en el Hospital del Mar, en Cádiz, y es profesora asociada en la Universidad de esta misma ciudad. Acaba de publicar Todo lo que necesitas saber sobre el pene y nunca te atreviste a preguntar (Editorial Planeta), un ameno libro sobre esos 10 (sí, la media son 10) centímetros de los que todos hablan y pocos saben.

Pregunta. ¿Qué es lo que deberíamos saber los hombres sobre nuestros penes y no nos atrevemos a preguntar?

Respuesta. Muchas cosas. El hombre solo acude al andrólogo cuando tiene un problema extremadamente grave, porque antes tiene que vencer una resistencia cultural, un miedo general, porque alrededor del pene hay mucho mito que lo relaciona con ser un macho, un líder, un tipo fuerte. La mayoría de hombres, cuando vienen a la consulta, lo que quieren saber es si es normal lo que les está pasando. Si es normal cumplir años y que la potencia sexual disminuya. Si es normal que las erecciones no duren lo que tienen que durar. Si es normal el tamaño de su pene o sufrir un gatillazo. Aproximadamente el 52% de los hombres entre 40 y 70 años tiene disfunción eréctil, en la mayoría de los casos moderada. Así que sí, es normal. Son dudas simples que generan muchos problemas porque tienen asociado un enorme estigma social. Si lo piensa, incluso el término impotente tiene una connotación muy peyorativa. Odio esa palabra.

P. ¿Y qué palabra cree que sería más adecuada?

R. No hace falta catalogar a la persona, sino lo que le pasa. Y lo que le pasa es que tiene una disfunción eréctil. Impotencia sugiere que no podemos hacer una cosa y no la vamos a poder hacer nunca. Y la disfunción eréctil es un trastorno que puede ser sencillamente transitorio.

P. Me habla de tamaños, pero no me ha dado una cifra.

R. En este tema hay que tener en cuenta varias cosas. Lo primero es que la media que se considera normal del tamaño de un pene se consigue contando las medidas de toda la población, de todos los sujetos. Lógicamente en esas medidas, pues habrá uno que tenga un pene de 30 centímetros y otro que lo tenga de seis centímetros. Y son normales los dos. Pero la media son aproximadamente diez centímetros en erección. Siempre se mide el pene en erección, porque el pene relajado no se sabe hasta cuánto va a multiplicar su tamaño. Hay penes muy grandes en reposo que no crecen y penes pequeños que duplican su tamaño. También hay que tener en cuenta que esta media se hace en todo el mundo y en los países del África subsahariana tienen uno o dos centímetros más de media. O sea que ese mito de que los varones de raza negra tienen unos penes gigantes no es cierto. Hay diferencias, pero son pequeñas. Mucha gente habla de micropene cuando estos, que son aquellos inferiores a los seis centímetros en erección, son rarísimos. Y por desgracia suelen ir asociados a síndromes.

P. En los últimos 30 años las nuevas generaciones han crecido gracias a la alimentación. Esto es algo que se sabe y se comenta. Sorprende más saber, como explica en su libro, que les ha crecido también el pene…

R. Claro. El pene crece en consonancia con el cuerpo. Al fin y al cabo, está compuesto por tejido vascular, sobre todo vasos sanguíneos y recubierto por piel, que se genera con las proteínas. Cuando tienes una alimentación basada más en proteínas, como la actual, los cuerpos se desarrollan más. Somos más altos que la generación anterior. Las niñas tienen la menstruación antes, hay un desarrollo más precoz. Y los chicos de las nuevas generaciones tienen, de media, penes más grandes.

En el libro, Marduga se basa en el metaanálisis Worldwide Temporal Trends in Penile Length, publicado en 2023. En este se analizaron 75 estudios realizados desde 1942 hasta 2021, incluyendo datos de 55.000 hombres. “La longitud en erección aumentó significativamente con el tiempo en varias regiones del mundo y en todos los grupos de edad”, se explica en sus conclusiones. “Tras ajustar por región geográfica, edad y población, la longitud del pene erecto aumentó un 24% en los últimos 29 años”. En un gráfico se aprecia que la media pasó de superar por poco los 12 centímetros, en 1990, a sobrepasar los 15,5 en 2021.

P. Pero eso no significa que tengan menos complejos, ¿Cómo ha cambiado el fácil acceso al porno nuestra percepción del propio pene?

R. Mucho. Respecto al tamaño y al rendimiento. Llevo 35 años trabajando en esto y ha habido un aumento de las consultas, sobre todo en pacientes muy jóvenes. Nunca van a llegar a unas expectativas que son completamente falsas, porque el porno no es la vida real. Los jóvenes tienen acceso a mucha información sobre sexo, pero eso no garantiza que estén bien informados. Más del 90% de la información sobre el pene que hay en internet es engañosa o directamente falsa. Hice un trabajo al respecto, rastreé cerca de 300 páginas y vi dos, de dos urólogos de prestigio, hablando con seriedad sobre el tamaño del pene. El resto eran falsas, exageradas, con la única finalidad de vender productos milagros. Hay una industria impresionante detrás, todos estos complejos mueven mucho dinero. El sexo vende, sobre todo si se apoya en mentiras. Y el problema es que la mayoría de hombres que tiene un problema se queda ahí, apenas una minoría viene después a una consulta. El resto se queda con esa información falsa. Internet es la antesala del andrólogo.

P. Hay mucho mito en torno al pene, pero la ciencia ha demostrado la veracidad de alguno, como el que relaciona su tamaño con el de la nariz…

R. Siempre había sido considerada una leyenda urbana, hasta que un grupo japonés hizo un estudio demostrando esa similitud. [El estudio, publicado en 2023, analizó a 1.100 varones y demostró que el tamaño de la nariz “es un predictor significativo del tamaño del pene, confirmando la veracidad de un antiguo mito”]. Las longitudes tendrían que ver con los niveles de testosterona a los que está expuesto el feto durante la gestación. Pero no existe esa misma relación con otras partes del cuerpo.

P. Es interesante saber que esta obsesión por el pene grande es cultural. Son modas…

R. Efectivamente, hubo una época durante el Renacimiento donde se consideraba obsceno el sexo. Y entonces el tener un miembro muy grande era algo de mal gusto, no estaba de moda. Ahora se ha popularizado la idea de que tener un miembro grande simboliza ser más hombre, ser el macho alfa, el jefe de la tribu. Pero en esa época, cuanto más pequeño fuese el pene, era mejor. Hay muchos ejemplos de este ideal de belleza en el arte, por ejemplo, en el David de Miguel Ángel, que tiene un pene muy pequeño en comparación con ese cuerpo musculoso y enorme. Pero quién sabe, igual vuelve otra vez la moda del pene pequeño. Y todos los que lo tienen grande se gastarán dinero en adaptarse y reducírselo [risas].

P. Sobre los testículos, ¿cuál es la duda más recurrente?

R. Muchos preguntan si es normal que uno cuelgue más que el otro. Y esto, en realidad, tiene una explicación anatómica. Normalmente, el testículo izquierdo cuelga más que el derecho, no porque pese más, sino porque los vasos que lleva el cordón del testículo, son más largos en el lado izquierdo.

P. Las operaciones de fimosis en España han pasado de 5.000 a 29.000 en los últimos cinco años. ¿Por qué este auge?

R. Sí, es algo que vemos cada vez más en las consultas y es una buena costumbre. Primero, porque favorece la higiene del pene, el no tener prepucio hace que el glande esté al aire, y que no se segregue tanto esmegma. Esto previene el cáncer de pene. Y también reduce las infecciones en las mujeres, hay estudios que señalan que las mujeres árabes y judías [donde la circuncisión se hace por motivos religiosos a todos los niños] tienen menos incidencia en cáncer de cuello de útero. Normalmente, los occidentales solemos intervenir el prepucio cuando es necesario, cuando da problemas. Por ejemplo, cuando un paciente es diabético. En estos casos, al tener la orina una mayor cantidad de azúcar, eso facilita las infecciones con gérmenes y bacterias, es un caldo de cultivo perfecto. Y se pueden dar infecciones recurrentes. Con el aumento de la obesidad y la diabetes en los países del primer mundo es normal que tengamos más pacientes mayores que se quieren operar de fimosis.

P. En su libro no solo se centra en la gente joven, habla mucho de hombres mayores y de sexualidad en la tercera edad.

R. Somos animales. Sí, somos inteligentes. Sí, hemos evolucionado. Pero no dejamos de ser animales que nacemos, crecemos, nos multiplicamos y morimos. Llega un momento en que bueno, ya no nos multiplicamos por una limitación biológica. Pero, ¿por qué no seguir practicando sexo? A mí me vienen señores de 70 años que me dicen que quieren más capacidad, poder practicar más sexo, y me parece genial. Una sexualidad activa mejora la calidad de vida. Se ha visto que en las residencias de mayores, quienes practican sexo suelen vivir más tiempo. El sexo es vida. Y querría subrayar también el caso del colectivo LGTBI. Gente mayor que en su día no pudo mostrar su afecto. Sigue habiendo estereotipos negativos sobre la vida sexual de los mayores, pero especialmente en este colectivo, que han sufrido tanto y se han tenido que esconder, que no lo hagan ahora. No tienen que esconderse de nada.

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar
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